Es increíble la sensación que uno siente,
al ver aquella pieza encastrar.
No me digas que nunca te detuviste a pensar,
en el hoy o en el ayer,
que tanto sueño derramó.
Muchas lágrimas costó,
aprender de una vez y para siempre,
que hay que vivirla, no conservarla.
Así me dije a mi mismo,
y los ojos se te abrieron.
No lo creías posible,
pero al bueno y al forastero
igual destino le depara.